«Entonces levantándose en el Concilio un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la Ley, venerado de todo el pueblo, mandó que sacaran fuera por un momento a los apóstoles, y luego dijo: — Israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto a estos hombres, porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien. A este se unió un número como de cuatrocientos hombres, pero él murió, y todos los que lo obedecían fueron dispersados y reducidos a nada. Después de este se levantó Judas, el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos los que lo obedecían fueron dispersados. Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres y dejadlos, porque si este consejo o esta obra es de los hombres, SE DESVANECERÁ; pero si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios.» Hechos 5:34-39.
A los Cristianos les gusta citar este pasaje como una prueba de que la Iglesia cristiana «es de Dios», ya han pasado como 19 siglos desde que Gamaliel pronunció esas palabras, pero los seguidores de la iglesia ni se han dispersado ni se han «reducido a nada».
Por supuesto, la validez de este argumento puede ser seriamente cuestionada. Los seguidores de Muhammad, el Profeta árabe, están realmente vivos. El Islam ha conquistado gran parte de Asia y África y ha tenido millones de seguidores devotos. ¿Hay todavía algún Cristiano que admita esto como una prueba de que Muhammad era «de Dios»? ¿Y qué decir sobre los millones de budistas e Hindúes? ¿Son todos ellos «de Dios» simplemente porque no han sido «reducidos a nada»?
¿Pero asumiendo que Gamaliel estaba en lo cierto, ¿De qué hombres estaba hablando? ¿Estaba refiriéndose a la iglesia gentil, trinitaria, adoradora de imágenes, guardadora del domingo, comedora de cerdo? ¿Estaba pensando en la iglesia de Roma, en la Iglesia anglicana, en las denominadas iglesias protestantes? ¡NO! ¡Él estaba hablando de la iglesia judía en Jerusalén, la iglesia de Pedro y Jacobo! Todos estos hombres eran judíos, y sólo diferían de otros judíos en que creían que el mesías ya había venido en la persona de Jesús. En todos los demás aspectos eran judíos Ortodoxos, NO «Cristianos» (¡El término no había sido inventado todavía!). ¿Cuál es realmente el legado de la iglesia? ¿Cuál es el testimonio de la historia?
Los Judíos Cristianos, excluidos por sus compañeros compatriotas, continuaron observando los sábados, la circuncisión, y otras fiestas judías. Como esto angustiaba a muchos Cristianos Gentiles, ellos se quedaron solos, sin apoyo de ningún grupo. En el cuarto siglo y posteriormente había pequeñas iglesias judías en Siria. Jerome tradujo al latín su Evangelio según los Hebreos, conservando tradiciones que divergen ligeramente de los evangelios Griegos canónicos, y magnificando la posición de Jacobo el hermano del Señor. Pero los judíos ortodoxos no podrían perdonarlos por ser Cristianos, y la mayoría Gentil en la Iglesia no podría comprender su observancia continuada de las costumbres tradicionales y ritos del Judaísmo. Poco a poco las comunidades perdieron la importancia. En el Diálogo con Trypho del Mártir Justin (parte inferior, pág. 75), escrito aproximadamente en el 160, aparece que ellos eran todavía una fuerza. Justin creía que un Cristiano Judío era bastante libre como para guardar la ley Mosaica sin comprometer su fe cristiana de forma alguna, e incluso que un Cristiano Gentil podría guardar las costumbres Judías si un Cristiano Judío le había influenciado para hacerlo; esto sería valido sólo para cuestiones cuya observancia era indiferente y de conciencia individual. Pero Justin tuvo que admitir que otros Cristianos Gentiles no tenían una visión tan liberal y creían que aquéllos que observaran la ley de Moisés no podrían salvarse. De Ireneo en adelante el Cristianismo Judío es tratado como una secta desviada en lugar de como una forma de Cristianismo con las mejores reclamas de continuar con la práctica de la iglesia primitiva en Jerusalén. Los Cristianos Judíos se autodenominaron Ebionitas, un nombre derivado de la palabra Hebrea que significa ‘pobre’; probablemente era una reminiscencia consciente de un término muy temprano del que da crédito la carta de San Pablo como nombre casi técnico referido a los Cristianos en Jerusalén y Judea. Ya que algunos de ellos nunca habían aceptado la tradición del nacimiento virginal de Cristo, Ireneo clasificó a los Ebionitas con otras herejías que también lo negaron; pronto Tertuliano supuso que su origen estaba en una persona llamada Ebion, y posteriores escritores anti-heréticos incluso se sintieron capaces de citar las supuestas escrituras de Ebion.
La Iglesia Temprana, por
Henry Chadwick, pp. 22-23.
¡Theudas se manifestó, se vanaglorió, fue muerto, y sus seguidores fueron reducidos a nada! Judas de Galilea se manifestó, atrajo seguidores, fue muerto, y sus seguidores fueron reducidos a nada. ¡Jesús de Nazaret se manifestó, se vanaglorió, fue muerto, y sus verdaderos y originales seguidores FUERON REDUCIDOS A NADA!
¡¿LA CONCLUSIÓN INEVITABLE……………?!
Por: Mordecai Alfandari
Traducido por Baruj Prieto