La Muerte de un Sabio Caraíta
En Memoria de Mordecai Avraham Alfandari
Mordecai Avraham Alfandari, el restaurador de Caraísmo y un gran maestro para las naciones, descanse en paz, murió el 1 de septiembre de 1999. Tenía 69 años cuando murió, él vivió en Jerusalén durante 49 de esos años. Marc Alfandari nació en la Ciudad de Nueva York de una madre judía griega y de un padre judío turco que había huido del servicio militar turco. Sus padres habían inmigrado a Nueva York, la ciudad dónde creció y descubrió a YHWH, el Tanak y su misión en la vida. A la edad de 9 años leyó una novela histórica situada en el reino de Rey David. Él preguntó a su padre por el dios llamado «Jehovah» del que se hablaba en el libro. Sus padres le dijeron que «Jehovah» era el dios de un culto Cristiano en Brooklyn (los Testigos de Jehovah) y que los judíos no creían en él. Pronto descubrió que lo que ellos decían no era verdad y desde ese día en adelante buscó la verdad de YHWH. Después de estudiar en una Yeshivah Rabínica y de leer libros Caraítas en la Biblioteca Pública de Nueva York llegó a la simple conclusión de que la única verdadera religión era la religión de las Escrituras hebreas. Mientras todavía residía en Nueva York empezó a publicar folletos llamando a los Gentiles a abandonar sus falsos dioses y volver a YHWH. Al principio, él predicó que los Gentiles deben guardar los 7 Mandamientos de Noé pero pronto aprendió que éstos eran una invención Rabínica y que los Mandamientos del Tanach eran para toda la humanidad. Él creía que Israel debe ser una » Luz para las Naciones » y empezó a publicar folletos para las naciones bajo el título » La Luz de Israel «.
En 1950 Mordecai inmigró a Israel y fijo su residencia en Jerusalén. En Jerusalén estudió en la Yeshivah Porat Yosef famosa durante varios años. Después de un curso de entrenamiento gubernamental él consiguió un trabajo en una fábrica como pulidor de diamantes y trabajó en esa profesión hasta 1993. Todas las noches después de un día repleto de trabajo él volvía a casa y pasaba horas leyendo libros ilustrados, manteniendo correspondencia con personas de todas las partes del mundo, y mandando sus folletos.
Cuando llegó por primera vez a Israel se encontró con un pequeño grupo de Caraítas, la familia Sinani, nativa de Jerusalén, y con un inmigrante Caraíta de Halicz llamado Mordecai (Marc) Abramovitch. Cuando la primera gran ola de Caraítas vino de Egipto en 1954, él fue al Moshav Masliah a saludarles y a darles la bienvenida a su nuevo país. Al principio ellos lo trataron con sospecha. Aún así él persistió y enseñó Torah a los Caraítas. Él presentó a los Sabios muchos antiguos libros Caraítas que ellos no se habían percatado de introducir en el Hizzuk Emunah (el cual Harav Hayyim Levy republicó por consejo de Mordecai), Sefer Milhamot Hashem, y otros.
Cuando Mordecai vio a los Caraítas Egipcios comiendo la no Kosher ‘Alyah (grasa de rabo de oveja) él les mostró donde esto está prohibido en la Torah y les explicó como históricamente los Sabios Caraítas tuvieron esto como uno de los mandamientos que los Caraítas guardan y los Rabanitas no. Al principio esto fue recibido con resistencia e incluso amenazaron su vida pero finalmente los Caraítas Egipcios comprendieron que Mordecai tenía razón y dejaron de comer la no permitida ‘Alyah. En los años 1956-1958 Mordecai también publicó en hebreo una Hoja informativa Caraíta llamada » Ha’Or » (» La Luz «) en la que llamaba a los Caraítas y a otros judíos a guardar los mandamientos del Tanach y a cumplir su obligación de ser una «Luz para las Naciones».
Después de que los Caraítas Egipcios se establecieran en Israel, Mordecai empezó a pasar todas las fiestas con ellos. Ya que en aquel momento no había ninguna sinagoga Caraíta en Jerusalén, él permaneció con una familia Caraíta, normalmente en Moshav Masliah. Él se hizo muy buen amigo de el Principal de los Caraítas, el Hacham, Emanuel Mass’oudah, y solía pasar cada fiesta en su casa.
Después de que la Ciudad Vieja de Jerusalén fuera liberada de los Jordanos en 1967 Mordecai fue al barrio judío donde se encontró la antigua Sinagoga Caraíta en ruinas, con el tejado hundido y llena de cascotes. Él vigiló como el barrio judío se reconstruía y se maravilló cuando la Comunidad Caraíta pudo reconstruir la antigua sinagoga. Durante varios años vio que nada se estaba haciendo por tanto pidió prestada una cámara a un amigo y sacó fotos del montón de tierra y de cascotes dónde la sinagoga había estado situada. Luego, publicó una carta con una fotografía de la sinagoga en ruinas y la hizo circular entre los Caraítas quienes se conmovieron al ver la antigua sinagoga en tal estado. Finalmente, sus esfuerzos tuvieron efecto y la Sinagoga fue reconstruida. Después de que la Sinagoga Caraíta de Jerusalén fuera reconstruida Mordecai asistió regularmente a ella. En la Sinagoga él se encontró a visitantes de todo el mundo que venían preguntando acerca del Caraísmo y durante muchos años fue la única guía para aquéllos que buscaban volverse Caraítas.
A lo largo de los años Mordecai viajó a muchas tierras lejanas y pasó mucho tiempo en el nativo Estambul de su padre. Él aprendió varios idiomas incluido el inglés, árabe, hebreo, turco, francés, y otros. Todos éstos los habló y leyó fluidamente además de su lengua materna, Judeo-español que era el único idioma que su madre griega y su padre turco tenían en común. Él fue un gran hombre y un gran amigo; el mundo estará vacío sin él.
En Memoria de Mordecai Avraham Alfandari, La Luz de Israel
Oh ,cómo ha caído la grandeza;
¡La gloria de Israel yace muerta en las alturas!Las tortuosas callejas se lamentan por su desgracia;
Nunca más pasará el hombre sabio por ellas.El Barrio Judío está desolado y el Mercado ha quedado en silencio;
Geulah, San Zephaniah , y Bukharim todas lamentan su pérdida.
Ya no habrá quien enseñe sabiduría en Kikar Davidka;
No se oirá más la Torah en la Calle Navon.El cielo se oscurece y el sol se esconde avergonzado;
porque La Luz de Israel se ha apagado.Mordecai fue un hombre justo
y perfecto entre los de su generación;
Mordecai caminó con Dios.Bendita sea Su Memoria.
por Nehemia Gordon
Traducido por Baruj Prieto