Tres puntos de vista
El establecimiento de un estado Judío seglar creó, desde su inicio un conflicto amargo, un choque de ideologías, desilusión y quizás una apreciación más madura de los sagrados clichés productos de un mundo soñado cuyas criaturas son totalmente espirituales, totalmente idealistas, totalmente santas. ¿La paradoja de un estado «seglar-Judío» resulta turbante; ¿Pueden los Judíos ser «seglares»?
1. La mayoría de los Israelitas ven a la Biblia como la suprema contribución del pueblo Hebreo a la humanidad. La ven como literatura, ni siquiera como literatura sagrada, ya que el término «sagrado» tiene una connotación teológica. El Judaísmo como religión, fue el producto de una edad específica, llenó las necesidades de una generación que no había sido expuesta al desafío del mundo científico. El Judaísmo es para ellos una amada y noble mitología con poca o ninguna relevancia en un estado moderno. Es algo que se despliega orgullosamente en los museos nacionales y bibliotecas, un fósil, un monumento a algo que ha muerto. El matrimonio entre la política y religión en Israel ha producido una descendencia cuyo único valor es el valor del la molestia. La religión, para la mayoría de los Judíos de Israel, es una cuestión de grupos políticos, de disputa y trueque, realmente nada espiritual.
2. Para el elemento religioso de la población de Israel, un estado seglar es la última perversión de la misma esencia de la historia judía. El nacionalismo Judío era y es un nacionalismo espiritual. Se creó en el Sinaí. Nuestras únicos derechos sobre la tierra que ocupamos ahora se derivan de la Biblia. Si la Biblia es sólo literatura tradicional, estos derechos no tienen más valor que el de los Sirios, Egipcios, Babilonios, Griegos, Romanos, Árabes, Cruzados, Turcos y el de los invasores Británicos del pasado. Si la propiedad es ficticia, también lo es el arrendamiento. Para estos Judíos, la incredulidad es traición. Relegar los monumentos de la literatura Judía al nivel de simple folklore es una blasfemia. Para combatir las fuerzas de secularización, cualquier medio, incluso político, está justificado. La moral Israelí y su única razón de ser están en juego. Sólo un poderoso Judaísmo religioso puede prevalecer.
3. Pero hay otro punto de vista con respecto a la dolorosa situación que prevalece hoy en Israel. Es el planteamiento de un número muy pequeño pero vital de personas que ven este problema y los demás problemas bajo una luz muy especial, la luz de la Escritura y la Profecía. Para aquéllos de nosotros que mantenemos esta perspectiva como la única válida, la Biblia no es el producto de un momento histórico determinado, ni es monopolio de una sola «religión». Aunque fue escrita en un idioma específico, hebreo, y fue revelada o entregada a un pueblo determinado, el pueblo de Israel, su tema básico y su propósito transcienden el tiempo y el lugar. Su propósito es el final establecimiento en la tierra del Reino del Divino Creador y Rey, YHVH. Este reino abarcará a todas las naciones y pueblos. YHVH, el Arquitecto Divino, usando la luz y sombrea, lo bueno y lo malo, creencia e incredulidad, despliega Su Reino despacio y metódicamente. El hombre, con su libertad para creer o no creer, obedecer o desobedecer, construir o destruir, es la única herramienta apropiada, el instrumento hábilmente formado con el que la Mente Suprema excava los cimientos, planos y estructuras de Su perfecto Reino en la tierra. Es Él quién «forma la luz, crea la oscuridad, hace la paz y crea la adversidad» (Isaías 45, 7.) «Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos ni vuestros caminos mis caminos– dice YHVH– Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.» (Isaías 55, 8-9). Ningún criterio humano es verdad, ningún factor humano decidirá si Israel va a ser un estado seglar o uno religioso. Que Israel crea o que no crea, la existencia de falsos dogmas y doctrinas religiosos, el éxito de la idolatría y el materialismo, la aparición de mesías y profetas falsos en cada época; todo es parte del Plan Divino que está por encima de toda actividad política y que transciende los límites de conocimiento y comprensión humanos. Su Reino es inevitable. «Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para lo cual la envié.». (Isaías 55, 10-11.). Tan sólo podemos ser testigos de estas verdades y permanecer fieles al Camino que Él nos ha entregado por medio de Moisés y los verdaderos Profetas de Israel. A su debido tiempo YHVH hará el resto.
«Y destruirá en este monte la cubierta tendida sobre todos los pueblos, el velo que envuelve a todas las naciones. Destruirá a la muerte para siempre, y enjugará YHVH ELOHIM las lágrimas de todos los rostros y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque YHVH lo ha dicho.» (Isaías 25,7-8).
Por: M. Alfandari